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¿Dónde Se Esconde Realmente la Felicidad? El Simple Conjuro Mágico de la Mente para una Vida Plena.


Todos anhelamos la felicidad y nos la han pintado como un trofeo al final de un largo maratón de éxitos y logros. Pero, ¿alguna vez te has detenido a preguntarte de dónde viene realmente la felicidad? Te invito a explorar conmigo los recovecos de esta búsqueda.


La sociedad nos ha hecho creer que la felicidad es un premio que se gana solo al acumular dinero, éxito y relaciones ideales. Al menos yo crecí pensando eso, condicionada a pensar que un “buen trabajo”, un “buen sueldo”, casada y con hijos era la receta de la felicidad. Con el paso de los años me fui dando cuenta, tanto en mi vida como en la de la gente que me rodeaba que no era verdad, habían quienes tenían eso y mas y todavía no eran felices. Y yo, a pesar de avanzar y alcanzar “éxito” tras “éxito” seguía sintiendo un un vacío.


El problema, descubrí, que si colocaba la felicidad siempre del otro lado del éxito, sería como subirme a una caminadora e intentar llegar a una meta. Porque una vez que alcazaba un éxito, una nueva meta aparecía, siempre quería más y más. Alcanzaba un objetivo, y la línea de la meta se desplazaba. Como intentar atrapar el horizonte; por más que corría, parecía alejarse cada vez más. Ahí estaba yo, en mis días de abogada, creyendo que cada escalón ascendido me llevaría a esa utopía emocional.


Mudarme a Estados Unidos, cambiar de carrera, buscar una nueva pareja. Como un perro persiguiendo su cola, giraba en círculos esperando encontrar la felicidad en el próximo giro. "Mira dentro de ti", me decían. ¿Pero cómo? ¿Adentro de qué? En tu corazón. ¿En mi corazón dónde? A pesar de todas las buenas intenciones de quienes me daban consejos, era todo muy ambiguo, yo seguía igual de perdida e igual de infeliz.


La epifanía llegó más tarde de lo que yo hubiera querido, pero ahora sé que los tiempos del universo son perfectos. Y al final de una larga búsqueda, llegó. Las emociones, esa felicidad que tanto anhelaba, no venían de lo que tenía, no venía de mis logros, no venía de otra persona; “dentro de mi” era mi mente, mis pensamientos. Mis creencias, esas programaciones internas que me habían sido inculcadas por mi familia, por la sociedad, por los medios, por el mundo, eran los lentes con los que yo veía todo. Y claramente esos lentes estaba muy manchados con limitaciones, y por lo tanto, todo lo que veía estaba teñido de insatisfacción.


Empecé a entender que necesitaba recalibrar, no mi vida externa, sino mi percepción interna. Los pensamientos positivos no son un cliché, son una herramienta. El poder de elegir mis pensamientos, el poder de la autosugestión se convirtió en mi escudo y en mi armamento. Emile Coue, un hipnoterapeuta francés, me ofreció una sencilla frase: "Todos los días, en todo sentido, estoy mejor y mejor". Y como solo podemos tener un pensamiento a la vez, decidí enfocarme en este. La repetición de esta frase, además de un mantra que me saca de cualquier agujero, me permite para ajustar mi brújula interna para regresar a mí centro y desde ahí, abordar cualquier situación que me está molestando con otros ojos.


Como decía Einstein, “no podemos solucionar un problema con el mismo estado de consciencia con el que se creó”. Cuando estoy con una emoción incómoda, lo primero que hago es elevar mi vibración hasta llegar a una emoción positiva y desde ahí, abordo la situación. Es tan simple como quitarme unos lentes y ponerme otros.

Mi viaje desde el derecho hasta donde estoy hoy, pasando por distintos países, relaciones, trabajos y profesiones, me ha enseñado que la verdadera felicidad no está afuera. No está en el siguiente logro o en el próximo cambio. Está aquí, en este momento, en la elección de mis pensamientos ahora. Y aunque enfrentemos retos, siempre podemos elegir cómo reaccionar ante ellos. Así que, ¿por qué no elegir la felicidad?

Cuando las nubes grises te acechen, detente. Repite la frase "Todos los días, en todo sentido, estoy mejor y mejor", que funciona como un conjuro mágico para recobrar tu poder interno.

La felicidad, después de todo, está a solo un pensamiento de distancia.

Con eso me despido, hasta la próxima! ✌🏼

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