El Ancla en el Caos: Cómo Elegí Vivir en Lugar de Sobrevivir
- lindadanon
- 5 feb
- 3 Min. de lectura

Últimamente, trabajando en Hijos del Caos, he estado en contacto con mi pasado, ese que tanto he intentado enterrar bajo capas de éxito, ocupaciones y sonrisas bien ensayadas. Sin embargo, la vida tiene una forma peculiar de devolvernos a las raíces cuando menos lo esperamos, y yo, en mi afán de sanar, me he encontrado frente a frente con la niña que fui.
Esa niña que creció en un hogar marcado por el alcoholismo, donde los gritos y el silencio eran igual de ensordecedores.
Y ahí estaba ella, vulnerable, aterrorizada, paralizada. Porque, ¿qué otra cosa puede hacer una niña que vive en modo supervivencia? No hay espacio para elegir. Solo hay tres respuestas posibles: pelear, huir o congelarse. Pero cuando pelear o huir no son opciones viables, lo único que queda es el refugio interno: congelarse y escapar hacia adentro.
Eso es lo que hacemos los niños que crecemos en hogares disfuncionales. Construimos mundos internos para sobrevivir, mundos llenos de sombras, distorsiones y caos. Y aunque esas estrategias nos salvaron de pequeños, las arrastramos a la adultez como si fueran reliquias de guerra, olvidando que ya no estamos en el campo de batalla. Seguimos luchando contra fantasmas del pasado, respondiendo a una mirada ignorada, a una llave de agua vacía, o al coche sin batería, como si el mundo estuviera por derrumbarse.
No es el adulto quien responde. Es la niña herida quien reacciona. Y cuando esa niña toma el control, lo que podría haber sido un día común y corriente se convierte en una tragedia griega. Porque el dolor no resuelto es como el fuego: si no se contiene a tiempo, arrasa con todo.
Pero aquí está la verdad que me cambió la vida: ese caos no desaparece por arte de magia, ni con ganas, ni con buena voluntad. Se necesita trabajo. Se necesita valentía. Se necesita paciencia. Y, sobre todo, se necesita compasión: para mirarte al espejo y ver, no a la víctima, sino al guerrero.
Y aquí viene la pregunta que lo cambia todo: ¿cómo dejo de sobrevivir y empiezo a vivir?
La respuesta es más simple de lo que imaginé. Necesitaba un ancla. Un recordatorio. Algo que me trajera de vuelta al presente, que me sacara del torbellino del pasado y me devolviera al ahora.
Mi ancla llegó de la mano de la Dra. Edith Eva Eger, sobreviviente del Holocausto y autora de The Choice (La Bailarina de Aushwitz). Su vida, su historia y sus palabras me mostraron que, aunque no podemos elegir lo que nos sucede, siempre podemos elegir nuestra actitud ante ello.
Desde entonces, me prometo a mí misma que, pase lo que pase, mi actitud será mi vida. Este es mi ancla, el mantra que repito cada día para recordarme que tengo el poder de vivir con plenitud y no solo sobrevivir.
MI ACTITUD
Me prometo a mí misma:
SER tan fuerte que nada pueda perturbar mi paz interior.
HABLAR de salud, felicidad y prosperidad con cada persona que conozca.
HACER que todos mis amigos sientan que hay algo especial en ellos.
MIRAR siempre el lado positivo de todo y hacer que mi optimismo se vuelva realidad.
PENSAR únicamente en lo mejor, trabajar solo por lo mejor y esperar siempre lo mejor.
ENTUSIASMARME tanto con el éxito de los demás como con el mío propio.
OLVIDAR los errores del pasado y avanzar hacia los logros más grandes del futuro.
LLEVAR siempre una actitud alegre y regalar una sonrisa a cada ser vivo que encuentre.
DEDICAR tanto tiempo a mejorarme a mí misma que no me quede tiempo para criticar a los demás.
SABER que nada es personal, entendiendo que las acciones de los demás reflejan sus propias historias y no mi valor personal.
SER demasiado grande para preocuparme, demasiado noble para enojarme, demasiado fuerte para temer y demasiado feliz para permitir la presencia de problemas.
Mi actitud… es mi vida.
Cada línea de este manifiesto es como un faro que ilumina el camino, incluso en los días más oscuros. No significa que el dolor desaparezca, pero sí que no tengo que cargarlo sola. Me recuerda que mi pasado no me define, que mis heridas pueden sanar y que, al elegir conscientemente mi actitud, me convierto en la creadora de mi propia realidad.
Así que aquí estoy, escribiendo estas palabras con la esperanza de que, si sientes que el caos de la vida te está tragando, encuentres en este ancla un salvavidas. Porque, aunque no lo creas ahora, tienes dentro de ti la fuerza para soltar, sanar y empezar de nuevo.
El caos puede haber sido nuestras raíces, pero la sanación nos da alas. ¿Qué eliges tú hoy?
Con amor y hasta la próxima.
PD. Por favor comparte este manifiesto si crees que alguien que conoces se pudiera beneficiar de tenerlo. 🙏🏻
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