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¿Pueden las Palabras Ser Más Letales que una AK47? La Negligencia de un Poder Subestimado



"¿Pueden las Palabras Ser Más Letales que una AK47? La Negligencia de un Poder Subestimado"

 

 

. En nuestro vertiginoso mundo, rara vez nos detenemos a ponderar la magnitud de las palabras. Don Miguel Ruiz, en su best seller "Los 4 Acuerdos", nos brinda una ventana a la sabiduría tolteca, revelándonos cómo cuatro simples acuerdos pueden moldear una vida de mayor felicidad y amor. Entre ellos, el principio de ser impecables con nuestras palabras resuena con una fuerza singular, pues nos recuerda el poder creador de nuestras voces internas y externas.

 

Pero, ¿qué significa realmente ser impecable con nuestras palabras? A simple vista, podríamos pensar que se refiere a la manera en que interactuamos con los demás, al menos eso pensaba yo, que era la forma en que hablaba directa e indirectamente con y de otros. Pero no, la esencia de este principio radica en la forma en que nos hablamos a nosotros mismos. La impecabilidad hace alusión a una ausencia de pecado, no en un sentido religioso o moral, sino como cualquier acto que vaya en contra de uno mismo. Cada vez que nos juzgamos o nos culpamos, estamos pecando contra nuestra esencia. Así, ser impecable implica hablarnos con amor y asumir la responsabilidad de nuestros actos sin caer en el autocastigo, es decir, sin juzgarnos y culparnos, transformando nuestro diálogo interno en un refugio de aceptación y comprensión.

 

Nuestras palabras tienen el poder de construir realidades o destruir espíritus. No por nada las palabras "Abra cadabra" provenientes del antiguo arameo, se han escuchado en cuentos de niños para hacer magia y hechizos, siendo que su significado es "yo creo con mis palabras", reflejando este poder creador que tienen, sirviéndonos como recordatorio de que cada palabra pronunciada o pensada tiene la capacidad de influir en nuestra vida y en la de quienes las escuchan (o leen). Este poder se manifiesta no solo en el amor que podemos propagar, sino también en el daño inadvertido que podemos causar cuando no estamos enraizados en el amor propio.

 

Podrás estar confundido pensando que tiene que ver el amor propio con ser impecable con las palabras. Déjame aclararlo nuevamente porque es importante que quede tan comprendido como que 2 +2 son 4.  Ser impecable con nuestras palabras implica empezar por no hacernos daño a nosotros mismos con nuestras palabras y eso solo se consigue si nuestro amor propio es suficiente, auténtico y sólido. Cuando no tenemos amor propio, algo muy común en el mundo de hoy, eso se refleja en cómo nos hablamos a nosotros mismos. Pero cómo hemos aprendido a ser muy tolerantes a la forma en que nos maltratamos, podemos observarlo también en la forma en que hablamos con y de los demás.

 

Si alguna vez has tenido la fortuna de convivir con un bebé, con un niño o niña de 2-3 años, incluso de 4 y 5, estoy segura que nunca los has escuchado decir pero que tonto soy, ya me caí otra vez” o “es que no logro vestirme bien sola, no hago nada bien, no soy buena para nada”. Los niños pequeños se aman completamente a sí mismos, y es el lenguaje de todos los adultos que los rodean, sus padres, sus hermanos mayores, sus maestros, autoridades religiosas y medios de comunicación los que les hablan de tal forma que empiezan a perder ese amor propio.

 

Verás, las palabras son como semillas y nuestras mentes son tierra fértil. Si mis padres, por ignorancia de lo que les explico aquí y porque seguramente ellos experimentaron los mismo con sus padres, me hablaron o me dijeron palabras destructivas, si ellos no fueron impecables con sus palabras cuando hablaban conmigo o al hablar de otros frente a mí, entonces en mi mente se sembraron todas esas semillas que fueron creciendo con el paso de tiempo, cada una restándome un poco más de amor propio y entonces empieza o más bien, continua, el circulo vicioso del mal uso de las palabras.  

 

Recordemos un instante las atrocidades que se cometieron en la segunda guerra mundial cuando una persona (Hitler) con un amor propio inexistente, convenció a toda una nación y más a cometer las atrocidades que cometieron, con el uso de sus palabras. Y ese es solo un ejemplo de miles de situaciones en que el uso de las palabras se convirtió en una de las armas más poderosas y peligrosas.

 

En lugar de aprovechar el increíble y poderoso poder creador que tienen las palabras para que cada uno de nosotros moldeemos nuestra realidad deseada llena de amor y felicidad y creemos juntos un mundo que hoy parece ser utópico, estamos permitiendo y fomentando el uso de este grandísimo poder de una manera muy negligente. Lo mismo sería si le diéramos AK47s a todos los niños de 10 años del mundo y les dijéramos que salgan a jugar. Pero como no es tan evidente como el uso de pistolas y armas, no estamos lo preocupados que deberíamos de estar en educar al mundo entero sobre estos principios.

 

Hoy en día, con la omnipresencia del internet, nuestras palabras pueden alcanzar rincones insospechados del mundo sin necesidad de dar la cara, lo cual lo hace aún más peligroso. Piensen un segundo en la retórica que se lee y se escucha hoy en día, culpando a las víctimas y propagando palabras de odio y de intolerancia sin nada de responsabilidad ni consecuencias. Es algo muy preocupante y peligroso.

 

Por eso, quiero compartirles algunas acciones prácticas que podemos adoptar para adoptar las impecabilidad en el uso de nuestras palabras.

 

1.     Autoobservación: Presta atención a cómo te hablas durante el día. ¿Tus palabras te construyen o te destruyen?
2.     Cambio consciente: Al notar diálogos internos negativos, redirígelos hacia afirmaciones positivas, ten paciencia y compasión hacia ti mismo/a, háblate como si fueras tu propio hijo/a, con amor.
3.     Piensa antes de hablar: si vas a hablar de alguien que no está presente con alguien más o frente a otras personas, pregúntate primero si eso que vas a decir es útil y le aporta algo a la persona que te va a escuchar y si lo dirías frente a la persona de la que vas a hablar. Si la respuesta es no, no lo digas.
4.     Responsabilidad digital: Antes de publicar o comentar en línea, reflexiona: ¿Mis palabras reflejan amor y respeto? ¿podrían mis palabras tener consecuencias dañinas para alguien? ¿es necesario para mi expresarme de esa manera? ¿Qué gano al decir o escribir algo que no viene desde el amor?

 

Todo lo que digamos que no venga del amor, solo refleja lo que hay en nuestro interior, así que antes de contribuir con el esparcimiento de negatividad, veámonos hacia adentro y enfoquémonos en construir nuestro amor propio. De esa manera, nuestras mentes, nuestros jardines no serán tierra fértil para las malas hierbas que nacen con palabras de odio y miedo. Entre más me amo a mi misma, menos daño me hacen las palabras de otros y menos daño le hago yo a otros con mis palabras.

 

En este viaje hacia la impecabilidad, recordemos el poder extraordinario que poseemos y usemos nuestras palabras como instrumentos de amor, transformación y conexión. Porque en la medida en que nos amamos a nosotros mismos, extendemos ese amor hacia el mundo, creando olas de cambio positivo que comienzan con el eco de nuestras voces


Hasta la próxima ✌🏼, sé amable contigo mismo y con los demás. Piensa antes de hablar. Eres súper poderoso/a 🦹🏻‍♀️.


Por favor, considera compartir esto, ya que tiene el potencial de proteger a las personas del daño y evitar que causen dolor a otros. Es de vital importancia fomentar una mayor conciencia y comprensión de nuestro superpoder más profundo e impactante: la capacidad de crear y transformar a través de nuestras palabras.

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