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Reflexiones de historias, víctimas, villanos y superhéroes: el Arte (Sanador) de Reescribir Narrativas y Redefinir Realidades



 Son incontables las veces que he escuchado que "lo pasado, pasado". Lo han dicho otros, lo he dicho yo, lo he cantado, lo he leído; en mi cerebro está completamente grabado. "El pasado ya pasó, no lo podemos cambiar". “Lo que fue ya fue”. Hay muchas maneras de decirlo, todas han pasado por mi boca, por mis oídos y se han quedado en mi mente.

 

A lo largo de mi vida, he conocido muchas personas que se aferran a sus tristes historias, compran su papel, lo practican hasta que lo encarnan y se convierten en la víctima de su propia telenovela. El 100% de estas personas no se dan cuenta de que ellas mismas son su propio obstáculo al perpetuar la mismísima triste realidad que vivieron en su pasado y que se ha convertido en su presente y probablemente seguirá siendo su futuro  (a menos de que hagan algo al respecto).

 

Este es el problema de no conocer cómo funciona nuestra mente. Cuando no conocemos bajo qué reglas y lineamientos opera, termina trabajando en nuestra contra, patrocinando el autosabotaje.

 

Las personas que caen en el victimismo no logran abrir su mente para entender y aceptar que cada quien es el creador de su propia realidad. No lo pueden ver (o no lo quieren ver) porque no les conviene. Podrán aparentar y hacer ver que ser víctima es algo que les disgusta e incomoda; sin embargo, todo lo que vivimos, sentimos, pensamos tiene un beneficio oculto, y es éste justamente el que hace que todo lo que aparentemente les molesta, permanezca igual.

 

Uno de los beneficios ocultos de adoptar el rol de la víctima es tener una justificación y una razón “válida” para el fracaso, alguien a quien culpar por el hecho de que los retos no se han superado, que las metas no se han alcanzado y que los sueños no se han cumplido. Tener a quien culpar elimina la auto-responsabilidad, si no toda, al menos aligera la carga. Y no asumir la propia responsabilidad sobre la propia realidad tapa la culpa y la vergüenza que se siente por no estar en el lugar deseado. La culpa y la vergüenza, a su vez, tienen otro rol oculto.

 

Las personas que se identifican como víctimas no conocen el poder de su mente, no saben que su pensamiento es creador, no saben que pueden construir la vida de sus sueños, no saben ni siquiera que pueden soñar, o no se atreven a soñar, o sienten que no merecen eso que no se atreven a soñar. Simplemente no saben que todo es posible.

 

Esas personas entonces muy probablemente sientan enojo, depresión, apatía, frustración, celos, envidia, resentimiento, vergüenza, culpa, entre otras emociones de baja energía. Y como lo similar atrae lo similar, solo atraen más de lo mismo, más enojo, más depresión, apatía, frustración, etc.

 

Y por lo tanto se vuelven el perfecto objetivo, un blanco fácil y suavecito, la víctima ideal, tierra fértil para el miedo y duda. Se les manipula con facilidad, se les implantan ideas falsas, que se convierten en creencias y pensamientos limitantes.

Como en todo cuento, siempre queremos que haya un villano. Alguien a quien culpar. Pero, ¿quién pudiera beneficiarse de esa situación?  ¿A quién le conviene que muchas personas no sepan que son supoerpoderosas? ¿Quién no quiere que las personas sepan que nacemos con la única herramienta que necesitamos para ser libres y hacer lo que más nos gusta? ¿Quién pudiera querer usar nuestra propia mente en nuestra contra? ¿Por qué no nos enseñan desde kínder cómo usar nuestros pensamientos para crear nuestra realidad ideal?

 

Hay varios potenciales villanos a quien podemos atribuirles la culpa de mantenernos en la ignorancia sobre nuestra naturaleza creadora y suerpoderosa… los gobiernos, los políticos, el sistema educativo, las instituciones religiosas, las grandes industrias y las corporaciones que las representan, el capitalismo, los presuntos grupos de élite como el Bilderberg, los socialistas, los comunistas, los terroristas, las farmacéuticas, los medios de comunicación, la industria del entretenimiento, los narcos.

 

Elige al villano que más te convenza, o condenémoslos a todos, pero si vamos a señalar y echar culpas que sea con la intención de encontrar la motivación de darle la vuelta al victimismo y a la ignorancia de lo que realmente somos capaces de hacer y lograr. Que el enojo nos motive a salir de donde estamos, de incomodarnos tanto que se vuelva insoportable permanecer ahí estancados. Abramos nuestra mente y nuestro corazón a cualquier oportunidad para cambiar nuestra realidad. Porque desde ahí sí podremos entonces asumir nuestra responsabilidad y tomar el control de nuestra vida.

 

Y una vez que asumimos nuestra responsabilidad, ¿qué sigue? Entender que parte del problema es seguir contando, a otros y a nosotros mismos, la misma historia triste que vivimos en el pasado. Seguir viviendo desde esa versión de nosotros mismos. Nuestra mente no distingue entre lo que pasa afuera y lo que pasa dentro de ella, así que elijamos una nueva versión de nuestro pasado, escribamos un nuevo presente y hagamos realidad el futuro soñado.

 

Mientras reescribimos el pasado, soltemos lo que fue con todas las emociones que algún día sentimos, soltemos el deseo, el luto, la pérdida y el dolor de lo que no fue, liberemos todas las emociones reprimidas y sus beneficios ocultos y quedémonos solo con la nueva narrativa.

 

Esta es la mía:

Crecí en una familia feliz, con papás amorosos y presentes, involucrados y atentos. Me sentía feliz, protegida, segura y respaldada, cuidada y adorada. Me sentía parte de un todo más grande que yo, en el cual mi papel era importante, al igual que mi voz. Tenía muchas amigas y amigos con quienes podía ser auténticamente yo misma. Vibraba principalmente en amor, como es la naturaleza de los niños y niñas.
 Era una niña compasiva, comprensiva y amigable. Todo siempre fue fácil para mí. Las personas a mi alrededor gravitaban naturalmente hacia mí porque les gustaba mucho estar conmigo. Era divertida, inteligente, responsable, cuidadosa, también atrevida y valiente. Lograba todo lo que me proponía, todo se me daba fácilmente, todo me salía bien, todo siempre se acomodaba. Quienes no conocían las leyes de la mente decían que era una niña muy suertuda. Era una niña bendecida y agradecida.
Y así me convertí en un adulto independiente y autosuficiente, segura de mí misma, con alta autoestima. Ambiciosa, centrada, con claridad en mis prioridades y siempre agradecida. Amable y sonriente. Conectada con mi intuición. Me convertí en una mujer fuerte y amorosa, inteligente, divertida, con gran sentido del humor. Encontré mi propósito y tengo la fortuna de ejercerlo todos los días, haciendo lo que amo y amando lo que hago. Sirviendo y ayudando. Tengo salud, abundancia y mucho amor. Tengo gente a mi alrededor que me quiere, me busca, me escucha, me apoya, celebra mi vida y comparte su felicidad conmigo. Soy mamá, esposa, hermana, hija, tía, prima, sobrina, estudiante, maestra, mensajera, compañera. Y sobre todo, soy muy feliz.

 Y tú…¿Cuál es tu historia? ¿Qué quieres o necesitas re-escribir? ¿Qué necesitas soltar? ¿A qué versión de ti mism@ te quieres aferrar?

 

Comparte, ¡me encantaría leerte! 

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