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Una Oda al Amor Madre-Hija: Reflexiones del Corazón


Queridos lectores,


Hoy es un día especial, ya que les voy a compartir una carta que viene de lo más profundo de mi corazón. Durante 38 años he experimentado altos y bajos, alegrías y tristezas, risas y lágrimas pero nada ha impactado mi vida de manera más profunda que el momento en que mi hija, Sharon, llegó a este mundo. Así que, sin más preámbulos, los invito a unirse conmigo en un viaje de amor incondicional, mientras comparto la carta que escribí a mi hija de casi tres años, y los invito a que reflexionen sobre su propia experiencia como padres.


A mi querida Sharon,
Si alguna vez tuve dudas sobre la dirección de mi vida, sobre las experiencias que he vivido, sobre las máscaras que he llevado, sobre los errores que he cometido, sobre el dolor que he soportado, sobre los desafíos que he superado, sobre las lágrimas que he llorado, sobre las injusticias que he sufrido, sobre cada cosa que he atravesado, un solo vistazo a ti y todo cobra un sentido absoluto.
Tu mera existencia, tu presencia en mi vida y nuestra elección, nuestro pacto de asumir estos roles de madre e hija me dan más claridad que el agua que todo lo que viví fue por algo, por esto.
Tu presencia en mi vida le da sentido y propósito a cada segundo vivido.
De todos los roles que he tenido y seguiré teniendo mientras continúo mi viaje como alma en la tierra, sin duda, el mejor, el principal, el que une a todos los demás, es ser tu mamá.
Quiero expresar mi profunda gratitud por mostrarme lo que es amar incondicionalmente y lo que se siente ser amada incondicionalmente. No hay duda de que no hay amor que se compare con este. El amor que una madre siente por su hija. Un hermoso testimonio de nuestra esencia como seres espirituales.
A través de ti y contigo, aprendo cada día cómo convertirme en la mejor versión de mí misma, y es mi deber y compromiso contigo siempre esforzarme por ser la mejor versión de mí misma.
Me recuerdas lo maravillosa que es la vida cuando se ve a través de los ojos de un niño, y tu compañía me permite ser esa niña nuevamente. Gracias a ti, puedo experimentar una nueva versión de la infancia, una más brillante que yo elijo gracias a la sabiduría adquirida durante los años que he vivido aquí antes de ti.
Quiero que sepas que siempre estaré aquí para apoyarte, amarte y ser tu guía en este viaje llamado vida. A medida que creces y exploras el mundo, estaré a tu lado, celebrando tus triunfos y sosteniéndote en momentos difíciles.
Eres mi mayor alegría, mi mayor orgullo y mi más grande amor. No puedo imaginar mi vida sin ti, y cada día me siento más bendecida de tenerte como mi hija.
Te amo con todo mi corazón, hoy y siempre.
Mamá.

Así que, mis valientes colegas padres, mientras continuamos en este viaje de la paternidad y la maternidad, a menudo nos encontramos con retos y obstáculos que ponen a prueba nuestra fuerza y resiliencia. En esos momentos en que la vida se siente abrumadora y las dudas se insinúan, podemos encontrar consuelo y motivación simplemente mirando a nuestros hijos. Ellos son nuestro compás, nuestra luz, nuestra guía y la fuente de una inmensa fuerza.


Cuando enfrentamos dificultades, podemos inspirarnos en nuestros hijos, sabiendo que debemos seguir adelante por ellos. Se merecen tener padres fuertes y decididos, que los guíen a través de los giros y vueltas de la vida con amor y apoyo inquebrantable.


En momentos de dolor y tristeza, podemos ver el mundo a través de los ojos de nuestros hijos. Su inocencia, su capacidad de asombro y su alegría nos recuerdan la belleza que aún existe incluso en medio de la oscuridad. Sus sonrisas pueden ser un bálsamo curativo para nuestras almas heridas, levantándonos y dándonos la fuerza para perseverar.


Si nos damos cuenta de que estamos aferrados al pasado, aprovechemos mejor la oportunidad de revivir nuestra propia infancia desde una nueva perspectiva. Nuestros hijos nos ofrecen la posibilidad de sanar viejas heridas y soltar traumas y dolores del ayer. Siendo padres presentes y atentos, podemos crear un ambiente seguro y amoroso para ellos, liberándolos de cargas energéticas de nuestros problemas sin resolver.


Cuando tengamos incertidumbre del futuro, recordemos que además de percibir lo que sentimos, incluyendo nuestros miedos, los absorben y los hacen suyos. Es nuestra responsabilidad encontrar la calma, tomar una respiración profunda y asegurarles que todo está bien. Somos sus guías y ellos nos miran en busca de consuelo y estabilidad. Seamos la calma en su tormenta y brindémosles la fuerza y confianza para enfrentar lo que les depare el destino.


A veces, nuestros hijos pueden parecer estar en contra nuestra, desafiando nuestra paciencia y apretando nuestros botones. En esos momentos, podemos alijamos mirar hacia dentro y explorar las heridas de nuestro pasado que están siendo abiertas. Nuestros hijos no están aquí para frustrarnos, sino para enseñarnos. Ellos son espejos que reflejan las áreas en las que necesitamos crecer y sanar. Agradezcamos estas oportunidades de crecimiento y sigamos trabajando en nosotros mismos para ser la mejor versión posible para ellos.


Nuestros hijos son seres verdaderamente extraordinarios. Tienen una manera de tocar nuestras vidas de formas que nunca podríamos imaginar. Son constantes recordatorios de ser mejores, de esforzarnos más y de amar incondicionalmente. Son la fuerza impulsora detrás de nuestro deseo de ser los mejores padres y madres que podamos ser.


Entonces, queridos papás y mamás, apreciemos cada momento con nuestros hijos y abracemos las lecciones que nos traen a nuestras vidas. Agradezcamos el regalo de la paternidad y asumamos la responsabilidad de guiarlos con amor, paciencia y comprensión. Juntos, podemos crear un futuro más brillante para nuestros hijos y para nosotros mismos.


Con todo mi amor y cariño y apoyo,


Linda 🌸

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